lunes, 29 de marzo de 2010

¿Un programa para el autismo? No sin el sujeto

Consideramos que todo momento, sea cual sea, es un momento de trabajo no sólo para lo que comporta de reeducación concreta, sino también para la apertura, el lugar hecho al niño y a su discurso –se enuncie o no en palabras-, pues no es siempre y en todo caso no exclusivamente en el momento de los talleres de reeducación, cuando los niños abordan lo que para ellos constituye problema.

Estar siempre dispuestos a escuchar lo que se dice, hacer acuse de recepción de la palabra del niño, sea cual sea su modo, lugar y tiempo de surgimiento, es uno de los fundamentos de nuestra práctica que hace que cada momento en presencia del niño sea un momento de trabajo.

 Si hay una cosa que nos enseña la práctica clínica es que un niño no es cómo otro. Cada uno de ellos, en función del punto en que está pero también de sus centros de interés propios y del trabajo particular que está haciendo, tiene un camino diferente por recorrer para llegar al aprendizaje y a la socialización.

Desde ahí, una reeducación individualizada implica para nosotros que nos aproximemos lo más posible a los centros de interés propios a cada niño para llevarle hacia un proceso de aprendizaje. Mientras que algunos métodos parten de un programa de aprendizaje y de un material estándar ajustado luego a los niños, en l’Antenne trabajamos en el otro sentido. Partimos del niño tal cual es, con sus potencialidades y sus incapacidades pero también con su objeto privilegiado –éste puede ser un palo, una cuerda, un circuito, etc.- y nos inventamos herramientas, estrategias para extender, desplazar, generalizar ese centro de interés privilegiado y llevar progresivamente al niño hacia un proceso de aprendizaje. Así, la atención y el interés del niño son suscitados por el trabajo demandado, que se convierte en motivante en sí y fuente de satisfacción”.

(Sobre la cuestión de la autonomía) 

Uno de los objetivos importantes de toda reeducación es la adquisición de autonomía, es decir, lograr que el niño no tenga necesidad de la ayuda del adulto en las actividades básicas de la vida cotidiana. (…)

A veces, el niño es perfectamente capaz de vestirse, pero es la demanda del adulto la que hace problema, ya sea que ésta fije al niño, que lo paralice, que active su ironía: el niño entonces rechaza vestirse o lo hace de cualquier modo como burla al adulto. En ese caso, nuestra experiencia nos ha enseñado a poner marcha estrategias: no quedarse fijado en esta demanda, dirigirla a todos los niños de la sala, desviar la mirada, hablar de otra cosa, cantar, salir un momento de la sala, etc. Estas maniobras permiten un intervalo en el seno del cual el niño puede acceder a la demanda del adulto sin ser aniquilado por ella, sin tener necesidad de defenderse.

De manera mucho más fundamental, la autonomía, por sí sola, no basta. Muchos niños autistas no lo son sino demasiado, “autónomos”. No sólo no tienen necesidad de la ayuda de nadie para satisfacer sin necesidades, sino que sobre todo no tienen en cuenta a nadie. Así, un niño puede ser perfectamente capaz de servirse agua él sólo. Pero nuestra elección no es que se sirva él mismo, sino que pida este agua, es decir, que pase por el adulto y por lo simbólico del gesto y del lenguaje para expresar su necesidad y satisfacerla. (…) Ser autónomo, sí, pero no sin los otros.

Antenne 110. Préliminaire 16.
Centro educativo y clínico para niños con trastornos del desarrollo y trastornos graves de la personalidad, concertado por el INAMI (Bélgica).
www.antenne110.be

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