domingo, 28 de febrero de 2010

Si los jueces, los médicos , los profesores no incluyen la dimensión humana que da cuenta de lo complejo que es el ser humano, entonces no hace falta que haya jueces, ni médicos. Que pongan máquinas que lean pruebas y sumen datos y el resultado será el que será. Si el ser humano queda reducido a un quantum de cifras, ¿Hacia donde vamos?
 Miguel Vila Despujol.
Ex director general de ENDESA

La cifra del autismo

El Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE), sección ciencia de la vida y de la salud, ha publicado recientemente su dictamen nº 102, que se ocupa de la atención al autismo. Este documento avanza una serie de cifras obtenidas a partir de una categoría muy amplia, admitiendo dos tercios de casos “atípicos”: serían 600000, un número que se espera que aumente cada año en 8000 unidades.
¿De dónde proviene esta categoría grande e imprecisa? En las clasificaciones epidemiológicas, las categorías surgidas de la clínica fueron abandonadas a partir de los años ochenta, en provecho de otras, formadas en la perspectiva cognitivo-conductual. Es así que se ha construido la categoría del síndrome autista, problema de la facultad cognitiva. Resultado: la multiplicación por diez del número de casos en veinte años. Viento de pánico. Hay que olvidar que dicha categoría se funda en hipótesis que los últimos veinticino años no han permitido confirmar de ninguna manera.
El CCNE piensa que el abandono de las referencias inspiradas por la tradición clínica es en el interés de las familias y de la ciencia, ya que el psicoanálisis habría “conducido a situar la causa en el comportamiento de los padres, y en particular de las madres (...) en el desarrollo del handicap”. Las instituciones en consecuencia habrían alejado a los padres de los niños. El anexo evoca, con todo, la humanidad de los hospitales, que se debe al trabajo de generaciones de psiquiatras inspirados por el psicoanálisis.
Contrariamente a lo que anticipa el dictamen nº102, no son los psicoanalistas los que primero subrayaron el papel de las madres de los sujetos autistas, sino más bien el inventor del autismo, el Dr. Kanner, a partir de los primeros casos que aisló.
[...]
Decir que el psicoanálisis culpabiliza las familias es mezclar varios niveles. No es el psicoanálisis sino su psicologización lo que lleva a la culpabilización del defecto parental ante el Ideal y a una tipología de los fallos de las madres y los padres.  Por el contrario, la orientación lacaniana proscribe toda culpabilización y está comprometida a actualizar las estructuras significantes y libidinales que subyacen en la psicosis y el autismo, los fenómenos que generan y su lógica propia.
Los tratamientos psicoanalíticos de la psicosis o del autismo se fundan en el dirigirse del sujeto al Otro y buscan establecer un “diálogo”, aunque sea particular. El film que Sandri Bonnaire ha hecho sobre su hermana, presentado por primera vez en el canal de TV France 3 el día 14 de setiembre de 2007 testimonia de la ruptura brutal que se produce cuando el sujeto autista se confronta al rechazo de su “dirigirse al Otro” y muestra por el contrario los espectaculares efectos benéficos que provocan acoger la demanda. De la misma manera Sortir de l’autisme, el libro de Jacqueline Berger, madre de mellizas afectadas, muestra magníficamente que es necesario acoger el dirigirse del sujeto autista y no únicamente educarlo.
Los testimonios de autistas de alto nivel nos indican la particularidad de este dirigirse. Temple Grandin nos dice: “Mi modo de pensar se parecía al funcionamiento de un ordenador, y podía explicar el proceso, etapa a etapa”. A partir de una crisis de epilepsia a los cuatro años, Daniel Tammet se obsesionó con los cálculos, desde entonces sólo los números podían apaciguar su sufrimiento. El día 14 de marzo del 2004, día del nacimiento de Einstein, enumeró en público 22514 decimales del número π. Kamran Nazeer investiga acerca de cuatro compañeros de una escuela especial para autistas a la  que había asistido en 1982; después pasó por Cambridge, trabaja ahora en el ministerio de Asuntos Exteriores. Uno de sus antiguos condiscípulos es analista de discursos políticos en Washington, otro ingeniero de sistemas informáticos, un tercero es ordenanza, con intinerarios muy sabios, verdaderos algoritmos. Estos sujetos autistas han econtrado soluciones que les han permitido insertarse en el mundo. El hecho de no tener empatía no es solamente un “handicap” sino que libera de cualquier comprensión.
[...]
El cognitivismo es pedagógico: ignora las particularidades del dirigirse autístico y toma a su cargo educar al sujeto. Las familias se encuentran transformadas en auxiliares educativos. Esta perspectiva se vuelve delirante en el método ABA (Applied Behavioral Analysis) en que el niño es sometido a cuarenta horas de ejercicios intensivos a la semana. Este ideal pedagógico se revela agotador y conduce generalmente a impases. La culpabilidad puede empujar a los padres a hacerse educadores hasta el límite de sus fuerzas. Las madres sufren especialmente, hasta el desespero, incluso llegan a borrarse con su hijo. Algunos casos recientes, provenientes de Estados Unidos, testimonian de ello. En este país la perspectiva cognitiva reina sin igual en el dominio del autismo. Un artículo del New York Times de junio del 2006 presenta una serie de casos trágicos que muestran los excesos a los que conduce el cognitivismo. Tales casos fueron elegidos por la autora del artículo, ella misma madre de un niño autista. Quería, afirma ella misma, proteger a los padres de las falsas esperanzas a los que son lanzados y que pueden conducir a tragedias.
El dictamen nº 102 evoca la guerra que se libra en Francia, y en otros países, entre psicoanalistas y cognitivistas: hace falta girar página para entrar en la modernidad anglosajona. Visión simplista. El aire llamado anglosajón es de hecho el lugar de otra guerra entre los cognitivistas y ambientalistas. La historia de la fundación Autism Speaks nos da testimonio de ello. Creada en 2004 por el Presidente de la cadena de televisión NBC y de Studios Universal Bob Wright, después del nacimiento de su nieto, diagnosticado de autismo, esta Fundación recaudó rápidamente una gran cantidad de fondos que le permitieron, entre 2005 y 2007, financiar investigaciones destinadas a probar distintas hipótesis: la hipótesis genética, la hipótesis del envenenamiento por un mercurio sintético presente en las vacunas, la hipótesis de la doble causalidad según la cual un gen podría ser activado por el mercurio u otras neurotoxinas. Como el nieto no respondió  a las terapias comportamentales, su madre, hija de Bob y Suzanne Wright, cree firmemente en la virtud de una purificación por la dieta y la evacuación de los metales del cuerpo. Acusó a sus padres y les pidió que se retiraran en favor de una nueva generación. En junio de 2007 sus padres se desmarcaron de las posiciones virulentas de su hija. Ella les reprochó haberla atacado personalmente. Continuará.
Como se ve, partir hacia la búsqueda de las causas no es fácil: las pasiones se desencadenan, no está excluido que se revelen los rasgos persecutorios de las personalidades en esta ocasión. Una guerra oprime también a las familias: se encuentran prisioneras en el campo de la concurrencia victimizadora entre las asociaciones de padres de niños diversamente “handicapados”. Se trata sobre todo de una oportunidad para que Francia no se precipite hacia las heridas de esa llamada modernidad que nos ensalza el dictamen nº 102.
Se empuja a los sujetos de una categoría a la otra, pero sus sufrimientos bien reales permanecen. El autismo esconde una cifra enigmática sobre la cual los sujetos autistas nos llegan a hablar: nos toca a nosotros escucharles. Desmantelar la clínica, reemplazarla por una lista fragmentada de comportamientos observables ligados a hipótesis de déficits cognitivos, eso no va, y no cesa de producir estragos. Sostengamos el diálogo con el autista, definamos los espacios en que sea posible acompañarle, ayudarle a construir un “autismo entre varios”.

Eric Laurent – Psicoanalista
Publicado en Le Nouvel Âne nº 8, Febrero de 2008

Traducción: Neus Carbonell

miércoles, 24 de febrero de 2010

Encuentro entre los sistemas alternativos de la comunicación y el psicoanálisis

Quizá ese encuentro inicial fue totalmente fortuito, en la institución dónde trabajo que atiende a niños y niñas con autismo y psicosis infantil, nos vinieron a hablar de un sistema alternativo y aumentativo de la comunicación que constaba de acompañar la palabra oral con un signo manual  (los signos eran extraídos del lenguaje de signos de la comunidad sorda), nos explicaron cómo introducir el primer signo y los pasos a dar para pasar a un segundo, a un tercero…

¿Qué hacer? Seguir los pasos que nos habían explicado o seguir al niño. De hecho, fue coger un poco de cada, por un lado coger el sistema alternativo y aumentativo de la comunicación cómo un recurso mediador y facilitador de la relación. Coger el recurso a modo de hilo para ir uniendo sonido, forma y concepto y por otro lado, seguir al niño, mirarlo y escucharlo, es decir tener una mirada hacia el sujeto.
Mirada hacia el sujeto… y a partir de aquí ha habido un encuentro entre los recursos que ofrecen los sistemas alternativos y la manera de mirar que ofrece el psicoanálisis. 

Todo esto implica que al estar delante de un niño hay un tiempo de, aparentemente, no hacer  nada, nada más que estar y en ese estar tener el sistema alternativo  como un elemento mediador, hemos observado que el signo permite a algunos niños sacar la voz y de aquí producir alguna palabra oral, dónde cuando ésta sale el signo cae ya que, éste ya no es funcional; para otros niños es la posibilidad de entrar en la demanda, a través de mover las manos hay un código compartido; hay también la entrada a una primera representación.

Es cierto que hay muchas teorías con mucha experiencia con los sistemas aumentativos y alternativos de la comunicación,  experiencia en fundamentar los procesos de aprendizaje y enseñanza con una visión concreta de cómo sucede ¿Y el psicoanálisis? Mi experiencia ha sido que ha permitido poner el recurso (signo manual, fotografía, pictograma) al servicio del sujeto, una manera de facilitar su relación con los otros y con la palabra.
Gemma  Barnés TorrasLogopeda

lunes, 22 de febrero de 2010

Cojear no es un pecado

La ciencia y el capitalismo están unidos para lo mejor y para lo peor desde sus inicios. Pero es después de la Segunda Guerra mundial, en el Japón, que crearon el monstruo de la evaluación. Se extendió a continuación como un reguero de pólvora en el mundo gracias a los adeptos de las TCC. En efecto, sueñan con tratar al personal de la fábrica de la misma manera que los motores que fabrica para mejorar la productividad. La cultura de la evaluación reposa sobre la idea simple de que casi no hay diferencia entre el humano y el objeto. Sencilla razón de cualidad para cuantificar. La cualidad se convirtió entonces en el lema al nombre del cual la caza de los vivos empezó, porque la cualidad, que marca la diferencia, es la vida misma.
La evaluación - con su cultura del “todo cuantificable” - no solo se rebela contra la vida, sino que la persigue hasta la muerte. Primero, suprime la palabra y la sustituye con cuestionarios de casillas. Luego, acosa la libido con cálculos absurdos que pretenden acabar con su opacidad sin embargo irreductible y paralizan así el propio movimiento que anima a cada ser vivo. Estigmatizar la actividad “de más”, que tiene que ser reeducada, es sólo la parte visible de la máquina de cuantificación que mortifica cada ser vivo en el nombre de la cantidad. Por último, la evaluación acelera la desmaterialización del vínculo social a golpes de teletransmisiones de toda clase. Privado de la palabra, de la posibilidad de movimiento, y amputado del cuerpo a cuerpo salvador, el malestar se cristaliza en una desesperación que conduce al suicidio. Del parvulario al geriátrico, ningún ciudadano se libra de los falsos profetas de la evaluación. Ninguna otra cultura produce tantos muertos en tiempo de paz.
En cincuenta años, la cultura de la evaluación ha colonizado las más nobles instituciones de nuestras democracias: economía, universidad, justicia, salud, etc. Nadie se libra del adoctrinamiento devastador de la evaluación, hasta el punto en el que la libertad menguante encoge durante el lavado de cerebro en regla que éste le administra a la fuerza. La crisis financiera da sin embargo la idea del beneficio que se puede sacar de tales evaluaciones. El consumidor asfixia el ciudadano cuyo sueño democrático se marchita. La crisis de las universidades demuestra hasta qué punto el saber está corrompido por la evaluación, que lo reduce cada vez más a artimañas numéricas tan ineptas como inútiles. La justicia también corre el peligro de sucumbir desde que los expertos en evaluación del alma decidieron pasar por encima de las leyes para imponer la suya: encarcelamiento y detención prolongada según su idea y no por crimen o delito.
La verdadera toma de poder ocurrió en 1978, en la OMS. Fue entonces cuando los adeptos de las TCC inauguraron una burocracia loca que a continuación corrompió las otras administraciones europeas. Con la sustitución de la idea de enfermedad mental por la de salud mental, los adeptos de las TCC abrieron la era de la psiquiatrización forzada de nuestras sociedades. Pues, desde entonces, son los prejuicios de los psiquiatras los que deciden de lo que debe ser la felicidad conforme a La salud mental y así dictan las políticas de salud pública. Cada ciudadano se ve así aplicar, como a los motores, la ley del cero defecto. A penas es posible en el mundo inanimado de los objetos, entonces para los humanos, el defecto que es la vida debe cesar. Una vez admitida la identidad del parte facultativo de un motor y de un humano, la salud mental se calcula gracias al síntoma biopsicosocial y otros riesgos psicosociales. Fueron fabricados para poder encasillar todos y cada uno en categorías para normalizar en el nombre de la susodicha salud mental. Cuanto más la evaluación hace creer que la felicidad es mucho tener en los armarios, más impone su ley a los seres. Entonces, la elección se reduce a conformarse o desaparecer. El informe del Centro de Análisis Estratégica sobre la salud mental demuestra hasta qué punto la evaluación se convirtió en un Estado dentro del Estado. Quiere gobernar, sin reconocerlo, las políticas a las que pretende servir, y sin arriesgarse al veredicto de las urnas.
En esta lucha loca contra los defectos humanos, el acto y sus efectos incalculables están rechazados. Los suicidios de masa demuestran que nunca faltarán Antígonas para recordarlo y negar la sumisión al Creonte burócrata que tomó el poder en silencio. Solo un acto político podrá detener la masacre. ¿No podemos, hasta entonces, recordar que, incluso en las Escrituras, cojear no es un pecado?
Agnes Aflalo
Traducción: Begoña Ansorena

viernes, 19 de febrero de 2010

Hay quienes no hablan

Hay quienes no hablan porque se asustaron tanto
Y tan pronto
Que no quisieron entrar en nuestro mundo
Y se quedaron en el borde.

Nosotros los vemos aislados

Pero para ellos ese es su único cobijo

Aunque,  como la distancia no es  suficiente
para detener nuestra mirada
Cierran los ojos para no verla.

Y como los oídos no tienen párpados
Cuando nuestra voz les llega
O un ruido distinto rompe el murmullo constante en el que habitan
Se llevan con absoluta decisión las manos a las orejas y se las tapan.
 

"Microrelatos sin título" Proyecto en obra de Elizabeth Escayola Freixa

martes, 2 de febrero de 2010

Lo que la evaluación silencia. Un caso urgente: el autismo

¿Por qué un Forum?
Porque es necesario explicar los riesgos de la evaluación limitada a la cifra, que silencia lo particular de cada ser humano.
Porque los criterios de falsa ciencia, sostenida hoy en la ideología de la evaluación, en el uso indiscriminado de los cuestionarios y en los argumentos de evidencia científica, pretenden erradicar la subjetividad en la cultura, en el arte, en la universidad, en el campo médico-sanitario, en el campo legal, pedagógico y social; es decir en todos aquellos ámbitos que atañen a los seres humanos. La ciencia no implica eso.
Porque en todas las disciplinas humanas se impone cada vez más un sesgo cuantificador. En base a un trato supuestamente igualitario, se anulan las diferencias entre los seres humanos y se promueve una homogeneización cuyos efectos son devastadores. La evaluación instala en sus fundamentos  una profunda desconfianza sobre el saber de los profesionales; su trabajo se centra cada vez más en responder a las exigencias del sistema evaluativo, rellenando cuestionarios y elaborando estadísticas.
Porque si todas las intervenciones que atañen al individuo se evalúan con un rasero únicamente cuantitativo estamos destinados a la pobreza de pensamiento y al automatismo mental.

¿Por qué el autismo?
Porque en España el autismo se ha convertido en un caso urgente: dos propuestas, una del Partido Popular dirigida al Senado de España y otra al Parlament de Catalunya, han sembrado una gran preocupación entre profesionales que llevan años dedicándose al diagnóstico y tratamiento del autismo. Estas propuestas entienden el autismo únicamente como una deficiencia cognitiva a ser disminuida y como una dificultad de aprendizaje a ser pedagógicamente tratada.
Sigmund Freud y Jacques Lacan pusieron de relieve la particularidad del ser humano, un ser de lenguaje que se diferencia de los demás seres vivos. El lenguaje humano no es un mero sistema de signos sino una estructura simbólica compleja, ya que  las palabras se articulan con la subjetividad de cada uno y el vínculo social está teñido de esa subjetividad particular.
El psicoanálisis entiende, así, que el tratamiento del autismo no puede reducirse a modelos de adiestramiento de la conducta ni a simplificar la complejidad del habla y del lenguaje humano a ejercicios de comunicación.
El autismo no es una deficiencia ni sólo una categoría clínica, sino una manera límite del ser hablante de situarse en el lenguaje y en el vínculo social.
Porque urge continuar manteniendo en el corazón del ser hablante el enigma que lo constituye y porque el autismo así nos lo enseña.

¿Para qué un Forum sobre autismo?
Para argumentar y reflexionar sobre el riesgo que corremos todos si se pierde de vista la dimensión subjetiva, esa dimensión que implica lo real no acotado por la ciencia.
Para que los profesionales, los que se han psicoanalizado y los que se acercan hoy al psicoanálisis digan lo que saben: que el psicoanálisis es una disciplina de plena vigencia, que aporta la comprensión de un real humano que escapa a la ciencia, y que así lo estudia, lo desarrolla y lo contrasta desde hace más de un siglo.
Para que la sociedad civil y sus gobernantes sean conocedores de esta situación: que sobre la etiología del autismo se sabe muy poco y que sesgar los tratamientos con el argumento de una supuesta evidencia científica es caer en una deducción falsa y una tremenda imprudencia.
Para no limitar la oferta de tratamiento a un único modelo teórico que niega el derecho de los ciudadanos a elegir qué tratamientos prefieren para ellos y/o sus hijos.

Los números son hermosos, sí, siempre que se puedan acompañarse de palabras.
La evaluación impone las cifras en detrimento de las palabras y, así, las silencia.
Pero recordemos, las incógnitas van siempre en letras.