jueves, 4 de marzo de 2010

El día después del encuentro

1-A nivel de la pregunta.

Pensar una colaboración particular para el Forum en el que se incluye el debate sobre el Autismo pasa, para mí, por la pregunta: ¿Para qué un gran encuentro acerca del Autismo? más allá de la obviedad. Con el propósito de bordear esta cuestión me apoyaré –a partir de mi análisis- en mi experiencia de años en la institución pública: social primero, clínica después. Hoy nos encontramos frente a “lo que la evaluación silencia” y nos vemos con fuerza para demostrar, con la lógica de la práctica del caso, y para mostrar con nuestro decir y con nuestra experiencia que algo sabemos acerca de eso que se quiere silenciar. ¿Por qué un Forum? “Porque es necesario explicar los riesgos de la evaluación limitada a la cifra, que silencia lo particular de cada ser humano”(Presentación on-line del Forum Autismo).  Un Forum sobre Autismo, en mi opinión, tiene una función de palanca para impulsar la reflexión y el debate con todos aquellos que se sientan concernidos y tocados por el empuje de la ideología de la evaluación. Ello invade el campo amplio de la subjetividad, por tanto entiendo que el encuentro atraviesa el trabajo que sostienen los psicoanalistas y profesionales de los servicios a la persona con los diversos colectivos de población, tengan un trastorno u otro, una estructura u otra. Lo esencial es que haya un deseo en juego y un malestar subjetivo frente al cual obtener una respuesta. Y ¿por qué ahora toma mayor relevancia?. ¿Quizá es que no hemos sabido hacer de nuestro trabajo particular una transmisión pública?. Luego ¿qué efectos ha tenido nuestro decir en cada una de las jornadas, grupos de investigación, stages,  conversación clínica, etc., organizados por psicoanalistas del campo freudiano donde asisten profesionales de la red educativa, social, médica?. ¿Qué ocurre después, en el trabajo diario, a la hora de la verdad, es decir, del ejercicio de la función de cada uno? Es cierto que la sociedad actual, atravesada por un exceso de normativa pone en acto de manera especialmente descarnada un empuje a borrar, cuando no aniquilar, la subjetividad en el campo de las relaciones humanas. Pero, en mi experiencia, este escenario no es tan diferente que el que nos hemos ido encontrando algunos de nosotros desde la última década del final del siglo XX. ¿Dónde está entonces la diferencia?  Vemos las peticiones y las derivaciones actuales que llegan de los diversos profesionales y de las familias, cuando de sus hijos se trata, y cunde la alarma también entre nosotros. Me pregunto ¿por qué? en un intento de dejar a un lado lo evidente –que justamente es lo más difícil.  Cuando la alarma asoma corremos el riesgo de no tomar la mejor orientación, y nuestras respuestas no pueden estar a la altura de las circunstancias. Si cada uno de nosotros –y somos muchos-, psicoanalistas en nuestras instituciones y consultas, respondemos a una función alrededor de un deseo, lo que no es susceptible de hacer pasar por el protocolo, entonces ¿por qué no confiar más en nuestras posibilidades y en el alcance de la potencia de nuestro discurso y de nuestra intervención?.  En este sentido, me parece que la buena arma es contribuir con buenas argumentaciones y buenos elementos epistémicos extraídos de nuestra formación, que surge en el cruce entre el estudio de la teoría y nuestra particular experiencia. Creo conveniente entonces poder decir lo que cada uno aprende, y lo que cada uno sabe en relación a su práctica. En mi caso, aprendo que hay que combatir sus excesos y perversiones con el trabajo diario. Parece una verdad de perogrullo, pero no lo es.   

2- A nivel de la respuesta 
Hoy nos llega a las instituciones, pero también a las consultas particulares, a través del discurso del Otro contemporáneo una frenética oleada de normas, técnicas sugestivas y manipulativas, peticiones en forma de  mandatos… en relación a los casos de sujetos en situaciones frágiles de vida psíquica y, por ende, de vida social. Proclamamos la llegada de un tsunami imparable, cuestión que no es de mi agrado enunciar porque, a mi parecer, genera más angustia que producción. Claro está, si la legislación avanza en detrimento del sujeto es muy pre-ocupante, pero sabemos que nuestra respuesta es la de (bien)-ocupar-nos del asunto que surge. Por tanto, siempre hay algo que poder decir. Siempre hay algo que poder hacer.   En España por ejemplo, “el autismo se ha convertido en caso urgente”, pero si el parámetro es regirnos por las propuestas políticas y por las peticiones de algunas de las asociaciones de familiares de “enfermos”, la lista se amplia. Dígase los otros sujetos tachados por el otro evaluador de: “hiperactivos, los TOC (trastorno obsesivo-compulsivo), los trastornos (trastornados) de la conducta, los dependientes del consumo de pantallas, los maltratados, los disléxicos… “. Nosotros con todos ellos, uno a uno, trabajamos. Con la familia, maestros, médicos, y servicios que los atienden también. Son muchas horas y muchos días de trabajo, en los que transmitimos nuestra particular manera de leer el sufrimiento del sujeto y de particularizar y orientar los tratamientos. Si hiciéramos un cálculo, calibraríamos el nº de personas que se llevan consigo su ganancia, su más y su menos, producto del encuentro con el psicoanálisis a través de un psicoanalista. Ello nos da el pulso también de nuestros límites, los cuales también transmitimos al otro.  Mi planteamiento es que ésta es una manera combativa de parar la insensatez de esta tendencia evaluadora y controladora que impera en el mercado de las relaciones.  Considero que es necesario producir encuentros para abordar nuestra práctica y nuestra particular modalidad de respuesta ante las problemáticas de época: “Para argumentar y reflexionar sobre el riesgo que corremos todos si se pierde de vista la dimensión subjetiva, esa dimensión que implica lo real no acotado por la ciencia”(Ibid). Pero no es suficiente. Lo crucial es el día de después, cuando es el momento de aplicar lo que hemos aprendido según nuestra experiencia singular. Por ello, hago desde aquí un elogio al trabajo de detalle, fino, advertido, que cada psicoanalista sostenemos en el día a día con los sujetos que se acercan a nuestro lugar a consultar. Este es uno de los marcos privilegiados donde desplegamos una intervención analítica bajo transferencia y donde hacemos pasar, minuto a minuto, nuestra creencia en el psicoanálisis y su utilidad social.  En consecuencia, ¿Cómo respondemos a la situación actual según la ética del discurso analítico?  Una aportación particular es apostar por nuestro savoir et faire, el de cada uno producto de su análisis, del trabajo de control y de su formación analítica. Nada más y nada menos: “A condición de que el analista esté advertido de que su acto, el acto analítico, está orientado por lo real a cernir en cada caso, desde los dispositivos (en los) que interviene” (Presentación de “El debate de la ELP”, 28 de noviembre de 2008, Lucía d´Angelo).  Esta es la vía que me parece nos puede conducir a la consecución de un buen trabajo allá donde nos encontremos en el entramado de la red social. Si el Otro quiere dar consistencia a su gusto por anular la subjetividad del alumno, del paciente enfermo, del usuario, del hijo… Nosotros debemos orientarnos convencidos de nuestro saber pragmático.  Debemos persistir en  enfocar nuestro trabajo hacia el campo de la intervención con el parlêtre : Un sujeto que sufre a partir de un cuerpo que habla, que silencia, que alucina, que delira…Ésta es nuestra responsabilidad ética. En consecuencia, el Forum sobre “lo que la evaluación silencia” deberá ser una buena plataforma para reflexionar y debatir juntos lo que la práctica diaria nos depara y cómo respondemos a ello.  

Rosa Godínez- Psiconalista

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