Pero lo inmediato, lo que brota de nuestra espontaneidad, es algo de lo que íntegramente nos hacemos responsables, porque no brota de la totalidad íntegra de nuestra persona; es una reacción siempre urgente, apremiante. Hablamos porque algo nos apremia, y el apremio llega de fuera, de una trampa en que las circunstancias pretenden cazarnos y la palabra nos libra de ella. Por la palabra nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia asediante e instantánea. Pero la palabra no nos recoge ni, por tanto, nos crea y, por el contrario, el mucho uso de ella produce siempre una disgregación; vencemos por la palabra al momento y luego somos vencidos por él, por la sucesión de ellos que van llevándose nuestro ataque sin dejarnos responder. Es una continua victoria que, al fin, se transmuta en derrota. Y de esa derrota, derrota íntima, no de un hombre, sino del ser humano, nace la exigencia de escribir.
Maria Zambrano Esencia y Hermosura. Selección de José Miguel Ullán. Ed Galaxia Gutemberg 2010. Pag 307.
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